miércoles, 16 de mayo de 2007

Los hermanos sean unidos

Mi hermano está en 5to año, que viene a ser la cresta de la ola de esa época nefasta de la vida que se identifica como "adolescencia". Como buen teen, este muchacho no escatima en recursos: colgó el corcho en el cuarto, se pasa el 80% de su tiempo libre chateando, tiene una banda de rock (para mi inmensa felicidad toca la batería, encima), considera la amistad en términos absolutos de vida o muerte, organiza trucos y kermesses para juntar plata para el viaje de egresados y le pegó con toda la furia el berretín comunista.
Es en este último punto donde me interesa detenerme. El borrego, que en su vida leyó entero ni un Olé, anda para todos lados con el Manifiesto Comunista, El Capital y unos cuantos escritos de similar naturaleza. Por supuesto que me alegra que al menos agarre un libro, pero me desespera que me mande a cagar ante la mínima sugerencia de leer a Hegel, de tratar de entender un poco más el planteo, de estudiar un poco de historia, de ponerle un mínimo contexto al tema en cuestión. Él, que es rebelde y hace lo-que-quiere, prefiere ir a las reuniones del Partido Obrero. Acabáramos. Un mono con una navaja y tres bazookas es un poroto al lado de un adolescente confundido en manos de esos insensatos. Y no, no exagero. Ayer me llamó mi abuela espantada porque mi hermano ofreció invitarla a almorzar, a cambio de que le ceda su voto (ya que él todavía no puede hacerlo) y deposite en la urna una papeleta del infame partido.
Ni lerda ni perezosa, me ofrecí con todo el amor del mundo a regalarle mi derecho en estas elecciones. Entre votar a Moria y alimentar el bienestar fraternal, claramente me decanto por la segunda opción. La condición era que me acompañase a cursar a la facultad, ni más ni menos que eso.
Ojalá hubiese tenido una cámara para registrar la cara de repugnancia del pequeño ni bien cruzó el umbral de Puán. Para sacar fotos y hacer afiches con la cara de desconcierto con la que miraba a su alrededor él, que está acostumbrado a Life College, y no concebía las inmundas condiciones en las que se encuentra el edificio. Para documentar el espanto con el que miraba de reojo los miles de millones de carteles que empapelan las paredes de la nunca bien ponderada casa de estudios. Para pasarle en pantalla grande el gesto de desaprobación ante las tribus de artesanos okupas fumando porro y tejiendo macramé en el patio de la Facultad de Filosofía Y Letras...ojalá hubiese tenido, aunque más no fuese, un grabador, para captar y hacerle escuchar una y otra vez la frase magistral que no pudo evitar emitir ante un afiche gigantesco: "No entiendo...¿y qué tiene que ver el Partido Obrero con el lugar al que se viene a estudiar?"

6 comentarios:

Davor dijo...

jajaja... estuviste de lujo.
Yo simpatizo con toda idea socialista, pero debo reconocer que todo vago que anda dando vueltas sin ganas de laburar se mete ahí... como se necesita gente que adhiera a la idea, todo se acepta... incluso que no piense...
Saludos.

Unknown dijo...

Debe ser una reacción a tu pasado como periodista de derecha, no te espantes.

Anónimo dijo...

" el que no fue socialista a los veinte no tiene corazon, el que lo es a los cuarenta no tiene cerebro"

Anónimo dijo...

Si, en consonancia con lo escrito por el Cuidador, creo que fue Churchill el que dijo algo como que si no sos comunista a los 17 a los 40 sos un pelotudo.

Estuviste muy bien. Serás buena madre (o profesora o instructora).

Penelope Glamour dijo...

davor: Yo también simpatizo con el socialismo, pero milito con fervor en contra de la pelotudez.
Luchio: ¡OH! No me espanto...mi pasado me condena y es inútil tratar de esconderlo.
Cuidador: Tal cual.
Cebolla: Idem, obviamente. Y gracias. Ojalá todas las cosas que me irritan tanto me generasen similares impulsos educativos.

Anónimo dijo...

¿Hay acaso algo más tierno que un niño/a socialista?
Pendejos del mundo uníos!

ah... que se sepa... banco a muerte a Sarkozy, el golpeador de inmigrantes y musulmanes....


viva la tolerancia


Facundo!