domingo, 29 de junio de 2008

¿Cómo era esto?

La verdad es que yo creía que a este blog ya había dejado de venir gente, no tanto porque yo dejé de escribir sino porque, directamente, yo misma dejé de entrar.
Como una de esas cosas que uno, nostálgico como es, mete en el fondo del armario esperando alguna vez volver a usar, hace ya cuatro meses que el SM fue a parar al fondo de mi inconsciente y ahí quedó, olvidado, pobrecito, esperando que yo me dignase a devolverlo a la vida o, en el mejor de los casos, que me tomase el trabajo de darle digna sepultura. De más está decir que no hice ni la una ni la otra y preferí dejarlo ahí, sin hacerle caso, a la merced de los designios misteriosos y desconocidos de esta maravilla moderna que es el espacio virtual.
Tan tranquila estaba yo, ilusa, que la semana pasada casi muero de un infarto cuando, para mi infinito espanto, me enteré vía e-mail de que uno de los personajes aquí mismo retratados había descubierto -todavía no entiendo cómo- que yo era la que había escrito las muchas barbaridades que hay dando vueltas más abajo. Horror.
Presa del pánico, por supuesto, no tuve mejor idea que venir corriendo a cerrar el kiosko y olvidarme del asunto...pero la verdad es que no me animé, y me pareció más atinado restringirlo como para asegurarme, al menos, de que nunca volviese a ocurrirme semejante situación.
Ahora bien, lo maravilloso, genial, y extraordinario, es que hubo gente que me escribió para preguntarme cómo se me había ocurrido llevar a cabo tal operación sin ponerlos al corriente de la misma. Oh! y yo que pensaba que por acá ya no pasaba más nadie.
Morí de la emoción, para que les voy a mentir. Y ahora me muero de ganas de volver a escribir boludeces, así que aca estamos de nuevo. A ver cómo me sale.

viernes, 29 de febrero de 2008

Del tiempo y las excusas

Cuando en el último post cité a mi amiga diciendo que "hasta marzo cerraba el kiosko" no me refería, ni de cerca, al futuro desarrollo de los acontecimientos vinculados con este blog.
Sin embargo, y por motivos varios que muy bien podrían resumirse en a) Falta de tiempo; b) Pereza descarada y c) Carencia absoluta de inspiración; el SM quedó detenido en el tiempo, allá, en enero, y lo cierto es que no sabía muy bien cómo volver, pero me moría de ganas. Así que aquí me tienen, de vuelta, desempolvando el teclado y llena de boludeces para escribir, como de costumbre.
Con respecto a los motivos antes citados, y con la única intención de darle a este post una extensión minimamente digna, me veo muy tentada de detenerme a analizar aunque sea brevemente el primero: una excusa tan trillada que da asco, pero que a todos nos gusta tanto usar a la hora de pedir disculpas.
El "no tengo tiempo", convengamos, es ante todo una falacia. No hay absolutamente nada más relativo en el mundo que "el tiempo", ese concepto indescriptible que transita a medias entre el pragmatismo, el existencialismo y la vida cotidiana; y la prueba está en que, con las mismas 24 horas de un solo día, hay gente que se las ingenia para llevar a cabo 12545678721 actividades y dormir 8 horas, mientras que hay otros, muchos, que no pueden presumir de otra cosa que de saberse de memoria la programación completa del Warner Channel.
Pero sin entrar en particularidades relativas a la energía o la fuerza de voluntad de cada uno, lo cierto es que la misma teoría puede muy bien aplicarse a, por ejemplo, los meses del año: todos sabemos que diciembre es caótico, que en septiembre es más fácil enamorarse y que en julio las noches son más largas.
Asimismo, y por una suerte de convención social muy difundida, se sabe que el año, "de verdad", no empieza hasta marzo: en marzo empiezan las clases, deja de hacer 100 grados a la sombra y vuelven los psicólogos de vacaciones (vacaciones que nunca deberían haberse tomado en primer lugar, cabe aclarar). En marzo, al menos en este hemisferio, las cosas vuelven "a la normalidad" después de ese largo, larguísimo y aburrido domingo que es febrero.
Ahora bien, para la gente como yo, que tiene ideas tan brillantes como la de empezar un trabajo nuevo en pleno noviembre, la "normalidad" nunca se fue a ningún lado, y el "tiempo" ha dejado de ser algo que pasa y uno gestiona a piacere, voluntad y conveniencia expiatoria, para convertirse en un bien de cambio que, muy a regañadientes, uno negocia día a día a cambio del vil, devaluado y a todas luces insuficiente metal.
Asi que no se sorprendan si en cualquier momento se encuentran con este blog cargado de anuncios de Google, banners chillones de pornografía berreta y pop-ups insufribles de Mercado Libre: me urge desesperadamente recuperar mi libertad y poder decir, sin nigún escrúpulo, que perdón pero "no tengo tiempo"...porque lo uso como quiero.

domingo, 6 de enero de 2008

Ni táctica ni estrategia

El ser humano tiende naturalmente a la evolución, dicen. Esto quiere decir que, con la salvedad de algunas groseras excepciones, en líneas generales podría decirse que todas las personas siguen un camino que tiene como meta, en última instancia, la superación personal.
A medida que vamos creciendo, madurando, y evolucionando, además, las cosas empiezan a ponerse más complicadas: los problemas se complejizan y, en consecuencia, las estrategias para resolverlos se tornan más sofisticadas.
Por otra parte, no es ningún secreto que las mujeres llevan cientos de años, miles de horas de terapia y fortunas incalculables invertidas en la agotadora y poco satisfactoria tarea de intentar comprender al género masculino: el largo camino que va desde las técnicas del cortejo por correspondencia y las citas con chaperonas hasta el celular y el msn está tapizado con historias de frustraciones, malos entendidos y mitos amorosos de todo tipo y color, y sin embargo las mujeres, tenaces luchadoras, siguen firmes y estoicas peleando por la improbable victoria en la batalla sin tregua de la (in)comunicación.
Pero las guerras, se sabe, son patrimonio exclusivo del género masculino: son ellos los que manejan las tácticas, las estrategias y la logística del combate, y quienes han tenido que perfeccionar sus técnicas al extremo, en pos de mantener flameando firme y orgullosa la bandera del "macho que se respeta" y la incomprensión a toda costa.
Entonces ahora, cuando todas creíamos haber comprendido el por qué detrás de la macabra manía de pedir el teléfono y no llamar, los muy tilingos contraatacan con una nueva maniobra, aún más cínica e incomprensible, que es la de llamar/mensajear/escribir y, a contramano de todo lo que una creía que era el "abc" de las relaciones humanas, nunca concretar un encuentro.
A ver, señores, si nos hacen el favor de explicarnos qué carajo pretenden con tanto intercambio de mensajito, llamadita a cualquier hora del día y abuso indiscriminado de charla vía msn, si nunca piensan molestarse en tomar el toro por las astas y concretar una cita, que se supone que es el objetivo que subyace a tanta retórica indiscriminada... ¿o no?
No, aparentemente, ya que hace meses que escucho a mis amigas y conocidas quejarse de lo mismo, putear en todos los idiomas por la misma cuestión y clamar a gritos una explicación sensata para tan incomprensible y misterioso comportamiento.
Las conversaciones entre mujeres, tal y como están planteadas las cosas, derivan una y otra vez en la misma conclusión:

A. dice:
Me tienen HARRRTA. Ya fue ya esta ya no quiero saber mas nada de nadie. Hasta marzo se cierra el kiosco, y que no me jodan más.

Amén.