martes, 17 de abril de 2007

Profesiones infames II

Estos días en la Feria del Libro se estuvieron llevando a cabo 2 Jornadas: una de Profesionales y otra de Educación. A las primeras asisten editores, libreros, autores, agentes y demás personajes paquetes del mundillo literario; gente con la que yo trabajo y estudio y de la que me interesa aprender, asi que a grandes rasgos me caen todos bien y me encargo de que estén contentos.
El público de las Jornadas de Educación, en cambio, pertenece casi exclusivamente al gremio docente. Y no, no son profesores copados, académicos preocupados por el futuro de la joventud ni respetables directivos de altas casas de estudio. "Sho soy doSSSente", dicen. Y se les nota. Y no se si soy yo que tengo una tara, pero no es que la de maestro sea la profesión que más respeto me insipra. Ni cerca. Pero dejemoslo ahí, para no herir susceptibilidades. Ahora, con las que sí pienso descargar absolutamente todo mi odio es con las retrasadas mentales de las maestras jardineras, que en un mundo más sensato deberían ser recluídas en una granja y pasar el resto de sus vidas recolectando quinotos, tan insignificante es su aporte a la sociedad.
Con las M.J. pasa lo mismo que con el huevo y la gallina. Uno no termina nunca de entender si eligieron esa ocupación porque son mogólicas o viceversa. En cualquier caso, queda clarísimo que su ya de por sí diminuto cerebro se va empequeñeneciendo con cada año de práctica, merced del abusivo empleo de diminutivos, la aspiración diaria de plasticola y brillantina y la manipulación constante de papel glacé y tijeras de punta redonda.
Estas subnormales son reconocibles a primera vista gracias a su inquebrantable -e irritante- buena predisposición para absolutamente todo, adornada con la sonrisa boba que portan estampada en la cara las 24hs del día, tal como aprendieron a hacerlo al cursar "Psicopedagogía para mogólicos I", materia troncal de la infame carrera que supieron elegir.
Aunque la gran mayoría suele transcurrir casi toda su patética existencia abocada a la nefasta tarea de cuidar borregos ajenos, también existen en esta raza ejemplares más ambiciosos, que evolucionan en su formación, convirtiéndose en abnegadas maestras de 1er y 2do grado.
Para todo este segmento infesto, la Feria del Libro viene a ser algo así como un Mundial, y a mi me toca el triste papel de oficiar de mujer de marido futbolero, callandome la boca y soportando todo tipo de aberraciones.
Que nadie se sorprenda si uno de estos días se me pianta la chaveta y termino como
este pibe. Y después no digan que no avisé.

1 comentario:

Thiago. dijo...

Hay de todo en esta vida. Demasiado tal vez.