viernes, 29 de febrero de 2008

Del tiempo y las excusas

Cuando en el último post cité a mi amiga diciendo que "hasta marzo cerraba el kiosko" no me refería, ni de cerca, al futuro desarrollo de los acontecimientos vinculados con este blog.
Sin embargo, y por motivos varios que muy bien podrían resumirse en a) Falta de tiempo; b) Pereza descarada y c) Carencia absoluta de inspiración; el SM quedó detenido en el tiempo, allá, en enero, y lo cierto es que no sabía muy bien cómo volver, pero me moría de ganas. Así que aquí me tienen, de vuelta, desempolvando el teclado y llena de boludeces para escribir, como de costumbre.
Con respecto a los motivos antes citados, y con la única intención de darle a este post una extensión minimamente digna, me veo muy tentada de detenerme a analizar aunque sea brevemente el primero: una excusa tan trillada que da asco, pero que a todos nos gusta tanto usar a la hora de pedir disculpas.
El "no tengo tiempo", convengamos, es ante todo una falacia. No hay absolutamente nada más relativo en el mundo que "el tiempo", ese concepto indescriptible que transita a medias entre el pragmatismo, el existencialismo y la vida cotidiana; y la prueba está en que, con las mismas 24 horas de un solo día, hay gente que se las ingenia para llevar a cabo 12545678721 actividades y dormir 8 horas, mientras que hay otros, muchos, que no pueden presumir de otra cosa que de saberse de memoria la programación completa del Warner Channel.
Pero sin entrar en particularidades relativas a la energía o la fuerza de voluntad de cada uno, lo cierto es que la misma teoría puede muy bien aplicarse a, por ejemplo, los meses del año: todos sabemos que diciembre es caótico, que en septiembre es más fácil enamorarse y que en julio las noches son más largas.
Asimismo, y por una suerte de convención social muy difundida, se sabe que el año, "de verdad", no empieza hasta marzo: en marzo empiezan las clases, deja de hacer 100 grados a la sombra y vuelven los psicólogos de vacaciones (vacaciones que nunca deberían haberse tomado en primer lugar, cabe aclarar). En marzo, al menos en este hemisferio, las cosas vuelven "a la normalidad" después de ese largo, larguísimo y aburrido domingo que es febrero.
Ahora bien, para la gente como yo, que tiene ideas tan brillantes como la de empezar un trabajo nuevo en pleno noviembre, la "normalidad" nunca se fue a ningún lado, y el "tiempo" ha dejado de ser algo que pasa y uno gestiona a piacere, voluntad y conveniencia expiatoria, para convertirse en un bien de cambio que, muy a regañadientes, uno negocia día a día a cambio del vil, devaluado y a todas luces insuficiente metal.
Asi que no se sorprendan si en cualquier momento se encuentran con este blog cargado de anuncios de Google, banners chillones de pornografía berreta y pop-ups insufribles de Mercado Libre: me urge desesperadamente recuperar mi libertad y poder decir, sin nigún escrúpulo, que perdón pero "no tengo tiempo"...porque lo uso como quiero.