domingo, 6 de enero de 2008

Ni táctica ni estrategia

El ser humano tiende naturalmente a la evolución, dicen. Esto quiere decir que, con la salvedad de algunas groseras excepciones, en líneas generales podría decirse que todas las personas siguen un camino que tiene como meta, en última instancia, la superación personal.
A medida que vamos creciendo, madurando, y evolucionando, además, las cosas empiezan a ponerse más complicadas: los problemas se complejizan y, en consecuencia, las estrategias para resolverlos se tornan más sofisticadas.
Por otra parte, no es ningún secreto que las mujeres llevan cientos de años, miles de horas de terapia y fortunas incalculables invertidas en la agotadora y poco satisfactoria tarea de intentar comprender al género masculino: el largo camino que va desde las técnicas del cortejo por correspondencia y las citas con chaperonas hasta el celular y el msn está tapizado con historias de frustraciones, malos entendidos y mitos amorosos de todo tipo y color, y sin embargo las mujeres, tenaces luchadoras, siguen firmes y estoicas peleando por la improbable victoria en la batalla sin tregua de la (in)comunicación.
Pero las guerras, se sabe, son patrimonio exclusivo del género masculino: son ellos los que manejan las tácticas, las estrategias y la logística del combate, y quienes han tenido que perfeccionar sus técnicas al extremo, en pos de mantener flameando firme y orgullosa la bandera del "macho que se respeta" y la incomprensión a toda costa.
Entonces ahora, cuando todas creíamos haber comprendido el por qué detrás de la macabra manía de pedir el teléfono y no llamar, los muy tilingos contraatacan con una nueva maniobra, aún más cínica e incomprensible, que es la de llamar/mensajear/escribir y, a contramano de todo lo que una creía que era el "abc" de las relaciones humanas, nunca concretar un encuentro.
A ver, señores, si nos hacen el favor de explicarnos qué carajo pretenden con tanto intercambio de mensajito, llamadita a cualquier hora del día y abuso indiscriminado de charla vía msn, si nunca piensan molestarse en tomar el toro por las astas y concretar una cita, que se supone que es el objetivo que subyace a tanta retórica indiscriminada... ¿o no?
No, aparentemente, ya que hace meses que escucho a mis amigas y conocidas quejarse de lo mismo, putear en todos los idiomas por la misma cuestión y clamar a gritos una explicación sensata para tan incomprensible y misterioso comportamiento.
Las conversaciones entre mujeres, tal y como están planteadas las cosas, derivan una y otra vez en la misma conclusión:

A. dice:
Me tienen HARRRTA. Ya fue ya esta ya no quiero saber mas nada de nadie. Hasta marzo se cierra el kiosco, y que no me jodan más.

Amén.