martes, 29 de mayo de 2007

La Vieja Estudianta

Me considero una persona bastante escéptica. Tengo por costumbre cuestionar absolutamente todo lo que puedo y lo que no también, y voy por la vida con una constante miradita de desconfianza hacia la mayoría de las cosas que me rodean. Ahora bien, pese a esto, debo confesar que creo a rajatabla en el karma, y aunque no creyese, es la misma realidad la que se empeña una y otra vez en demostrarme que todo lo que va, inexorablemente vuelve.
No puedo ni empezar a contar la cantidad de veces que odié con cada fibra de mi persona a las típicas Viejas Estudiantas, esa categoría de persona que es tan común ver pulular con su paso lento de vaca preñada (y capacidad intelectual idem) por los pasillos de la UBA.
La Vieja Estudianta elige para su tardío cultivo las mismas carreras que a los jóvenes les desaconsejan por ser poco redituables. Ella encara sin dudarlo una empresa quijotesca que la sume en un mar de apuntes de Filosofía, kilómetros de letras en español antiguo y toneladas de teorías sobre corrientes artísticas. Las hay más valientes, por supuesto, y en estos casos optan por satisfacer sus deseos postergados de perseguir un título en clases de Derecho, Historia y hasta Economía (nadie entiende para qué, pero ellas siguen adelante).
A diferencia de sus congéneres más sensatas, que optan por los cursillos del Malba, las clases de la Asociación de Amigos del Museo de Bellas Artes o los seminarios del Borges, la Vieja Estudianta se sumerge en el misterioso universo burocrático de la Universidad de Buenos Aires, sumándose al ya de por sí sobrepoblado alumnado y entorpeciendo bobamente el "normal" -si es que acaso esa palabra podría algún día asociarse a la UBA- desarrollo de la vida de los estudiantes propiamente dichos.
La V.E. se ampara en su edad y experiencia de vida para preguntar todo tipo de pelotudeces innecesarias y, para colmo, acotar a las lecciones interminables anécdotas de antaño que no le importan ni a ella misma y que, por supuesto, en nada se relacionan con el contenido de la clase. Suelen sentarse en primera fila, obstaculizando con sus voluminosos cuerpos la visión del resto del alumnado, y se dirigen a los profesores (generalmente más jóvenes que ellas mismas) con un nivel de familiaridad que irrita e incomoda a todos los que pretenden tomarse la clase con la seriedad correspondiente.
Como premisa, la V.E. no entiende nada. Adapta la teoría a su conveniencia y, si de hacer un trabajo práctico se trata, el estudiante medio verá su vida convertida en el infierno mismo si por alguna casualidad le toca compartir grupo con esta raza, que gusta de romper incesamente las pelotas por teléfono (ignora vilmente el funcionamiento de un e-mail) e insiste en organizar reuniones de estudio en horarios imposibles (nunca tienen nada que hacer) y locaciones ignotas para el resto de los mortales (siempre viven a años luz de distancia de la Capital). La V.E. abunda en voluntad, pero carece irremediablemente de inteligencia y practicidad, convirtiéndose en un peligro académico para cualquiera que esté en contacto con ella.
Hablaba de karma, al principio de este texto, y terrible karma es el que me toca pagar en estos momentos, que debo sufrir en carne propia la devolución de los infinitos rosarios de puteadas que he dedicado a cada una de las V.E. con las que me he topado en la vida. Mientras yo lucho por dar libre la última parte de mi carrera, a mi madre se le ha dado por hacer un posgrado. El parricidio está cada vez más cerca.

lunes, 28 de mayo de 2007

Trasandina


Después de haber recibido comments y mails acusándome de mi agresividad y cuasifascismo, decidí seguir los consejos varios que indicaban que me tranquilice y partí hacia el otro lado de la cordillera a visitar una ciudad a la que hace años juré no volver jamás.
Mentira. En realidad no era el destino lo que más me interesaba. En concordancia con la última moda y las tendencias impuestas por Pampita y Juanita Viale, ahora soy otra de las argentinas (muchas) que "pololean" con muchachos chilenos, asi que ya mismo me estoy tramitando mi tarjeta de viajera frecuente de Lan y voy superando mi temor a terminar como los de Viven.
Santiago es una cidad de lo más particular: Subway, Starbucks, Dunkin Donuts, Pizza Hut, Kentuky Fried Chicken, Kit Kats y Chips Ahoy en el súper...MENEM -cornudísimo- en las tapas de los diarios...¿Argentina en los 90? No señor, Chile en pleno siglo XXI, una pseudosucursal de yanquilandia con un lenguaje propio que desafía todas las leyes de la Real Academia y una terrible cara de culo a la sola mención del frío espantoso que azota al país hermano...culpa de Néstor y Cris, que les cortaron el gas, culpa mía, obviamente, por extensión. Insisto con que la voy a votar a Moria. Aunque no se postule, no me importa.
Hablando de Néstor y Cris, la próxima vez que escuche hablar de inflación enloquezco: mi último viaje a Ezeiza en taxi me costó algo así como 50 mangos. Ahora está 85. No es de rasca, pero dejémonos de joder, ochentaycincopesos, estamos todos locos.

jueves, 17 de mayo de 2007

Gente como uno

Mi carrera demencial por mantenerme ocupada me está llevando a desafiar constantemente los límites de lo humanamente tolerable. Juro que no quieren saber de qué se trata, pero este laburo que estoy haciendo ahora involucra escuchar hablar muchísimo más de lo que me gustaría sobre ese aborto malpracticado de ser humano que es Fabián Gianola.
Para peor, y como si la sola mención de su nombre no bastase para hacerme enceguecer de furia, tengo que escucharlo nombrar de boca de señoras gordas que se refieren a sí mismas como "Amas de casa". Me parece infinitamente más digno decir que uno es desocupado que alegar el trabajo en el hogar como una ocupación. Pero bueno.
No hay terapia, ni yoga, ni marihuana, ni Alplax que alcancen para que mi cerebro sea capaz de tolerar este flagelo por mucho más tiempo, y fantaseo constantemente con deslizarles Gamexane en el café. Pero el colmo absoluto, el detalle que saturó mi intoleranciómetro y lo dejó girando en falso acaba de pasar, y juro que todavía no doy crédito a la indignación.
Del macaco antes mencionado, las señoras gordas pasaron a discutir profundamente sobre las características y cualidades de otros personajillos de la farándula vernácula, a cual más insufrible y mediocre, de más está decirlo.
En medio de todos ellos, Dios me ampare, surgió el nombre de ese engendro detestable que se llama Mariano Peluffo y que no cuenta en su curriculum con otro trabajo en los medios que no sea la conducción de Gran Hermano. (Antes vendía productos para el cuidado del cabesho masculino, posta). A las cerdas se les pidió que lo comparen con Marley, petición ante la cual todas coincidieron en que Peluffo es INTELIGENTE, y Marley TONTO.
Escuchame una cosita, guanaca espantosa infeliz y fracasada, cómo mierda se te puede pasar por esa cabeza malteñida que tenés decir que ese gordo grasa insoportable y chato es más capaz que Marley, que es un genio absoluto, que hace lo que se le canta el orto, que viaja por el mundo con la Su y que hasta la mismísima Madonna mandó invitar especialmente a su cumpleaños en L.A.???
¿Por qué mierda a la gente le parece que el mediocre, el fracasado, el chato y el comunardo es "un tipo sencillo, gente como uno", y el que hace algo distinto o se destaca aunque sea un poco es inmediatamente defenestrado?
Es una duda que me enloquece desde que tengo memoria, me carcome el cerebro y me deja anonadada una y otra vez. En este país, Tinelli, que es un tremendísimo hijo de puta consumidor de trabas y generador constante de la peor escoria e la pantalla local, es "un buen tipo". Se dan cuenta por qué estamos como estamos.

miércoles, 16 de mayo de 2007

Los hermanos sean unidos

Mi hermano está en 5to año, que viene a ser la cresta de la ola de esa época nefasta de la vida que se identifica como "adolescencia". Como buen teen, este muchacho no escatima en recursos: colgó el corcho en el cuarto, se pasa el 80% de su tiempo libre chateando, tiene una banda de rock (para mi inmensa felicidad toca la batería, encima), considera la amistad en términos absolutos de vida o muerte, organiza trucos y kermesses para juntar plata para el viaje de egresados y le pegó con toda la furia el berretín comunista.
Es en este último punto donde me interesa detenerme. El borrego, que en su vida leyó entero ni un Olé, anda para todos lados con el Manifiesto Comunista, El Capital y unos cuantos escritos de similar naturaleza. Por supuesto que me alegra que al menos agarre un libro, pero me desespera que me mande a cagar ante la mínima sugerencia de leer a Hegel, de tratar de entender un poco más el planteo, de estudiar un poco de historia, de ponerle un mínimo contexto al tema en cuestión. Él, que es rebelde y hace lo-que-quiere, prefiere ir a las reuniones del Partido Obrero. Acabáramos. Un mono con una navaja y tres bazookas es un poroto al lado de un adolescente confundido en manos de esos insensatos. Y no, no exagero. Ayer me llamó mi abuela espantada porque mi hermano ofreció invitarla a almorzar, a cambio de que le ceda su voto (ya que él todavía no puede hacerlo) y deposite en la urna una papeleta del infame partido.
Ni lerda ni perezosa, me ofrecí con todo el amor del mundo a regalarle mi derecho en estas elecciones. Entre votar a Moria y alimentar el bienestar fraternal, claramente me decanto por la segunda opción. La condición era que me acompañase a cursar a la facultad, ni más ni menos que eso.
Ojalá hubiese tenido una cámara para registrar la cara de repugnancia del pequeño ni bien cruzó el umbral de Puán. Para sacar fotos y hacer afiches con la cara de desconcierto con la que miraba a su alrededor él, que está acostumbrado a Life College, y no concebía las inmundas condiciones en las que se encuentra el edificio. Para documentar el espanto con el que miraba de reojo los miles de millones de carteles que empapelan las paredes de la nunca bien ponderada casa de estudios. Para pasarle en pantalla grande el gesto de desaprobación ante las tribus de artesanos okupas fumando porro y tejiendo macramé en el patio de la Facultad de Filosofía Y Letras...ojalá hubiese tenido, aunque más no fuese, un grabador, para captar y hacerle escuchar una y otra vez la frase magistral que no pudo evitar emitir ante un afiche gigantesco: "No entiendo...¿y qué tiene que ver el Partido Obrero con el lugar al que se viene a estudiar?"

viernes, 11 de mayo de 2007

Sexto Sentido

A lo largo de la historia, en todas las disciplinas se ha tratado el tema de la "Intuición femenina". Se dice que las mujeres son más perceptivas, que captan sutilezas, que entienden sin necesidad de explicaciones y que interpretan los silencios a la perfección. Patrañas. El verdadero sexto sentido es masculino, hay que decirlo de una vez.
Que alguien me explique cómo puede ser que cuando una se pone de novia -y una no es la clase de persona que se pone nicknames misteriosos en el msn, ni corazoncitos grasunes, ni empieza a mandar indiscriminadamente powerpoints con fotos de gatos adentro de floreros- aparecen uno tras otro todos los pretendientes que habían quedado sepultados en las profundidas de la memoria.
Que no importa que estén a miles de kilómetros de distancia o hayan caducado hace más de un año, los muy turros olfatean el compromiso y resurgen de entre las cenizas en forma de tipito verde en el msn, mail con subject "pensando en vos" o -y digan que no tengo más el cel de antes- mensajitos de "cómo andás tanto tiempo".
Sé lo que pretenden, malditos, y a mi no me engañan. Sé que en algun lugar de sus cerebros unineuronales se activa la batiseñal y no lo pueden evitar, pero entérense de que no les creo nada. Que me río de sus excusas tardías, sus estrategias pedorras y sus falsos arrepentimientos. Que me causan gracia sus artimañas y desprecio su sentido de la oportunidad. Sé que en el fondo, lo único que no pueden tolerar, les carcome la conciencia y les pica el orgullo es esa inevitable e infantil necesidad masculina de tener lo que es de otro. JodanseN, qué quieren que les diga.

martes, 8 de mayo de 2007

Dime a quien citas...

Todo termina, y por el bien de mi salud mental, la Feria no fue la excepción. Después de tres semanas que me parecieron años, de jornadas enteras correteando por la rural y de momentos en los que creí desfallecer, las cosas han vuelto a su orden natural, y todos contentos.
De la experiencia me quedaron muchas cosas: un cheque por una suma que en un país sensato rozaría la explotación, nuevos contactos en el msn que ya han sido cuidadosamente bloqueados, miles de promesas de seguir viéndonos que nunca se concretarán, un fan psicótico que me escribió una cartita pseudopoesía super freak (júrolo) y UNA amiga con la que el domingo iremos a brunchear a Olsen, para exorcizar tanto espanto.
En otro plano, se incrementó notablemente mi aversión por la raza humana, sumándose ahora a la lista de seres odiosos esos personajes nefastos que podríamos llamar, muy a grandes rasgos y casi con generosidad, "Gente culta" (iba a poner "intelectuales", pero no).
En primer lugar, estos guanacos son a la cultura lo que la gente que compra en el barrio del eleven a la moda. Cualquiera que tenga media falange de frente sabe que la feria es el último lugar del planeta para ponerse a buscar libros raros, ediciones limitadas, autores inéditos o ejemplares agotados. Y sin embargo día a día me ha tocado atenderlos, a ellos, que se creen Borges reencarnado porque preguntan por Dostoievski, que se acercan a la consulta bibliográfica buscando a Nietzsche, y aunque no sepan ni pronunciarlo (Nitse, dicen. NITSE), se dan el tupe de sentirse importantes. Con solo verles las caras alcanza para predecir que no pasarán del subtítulo, pero no, los necios insisten.
Y esos mismos necios, a veces, se sienten extravagantes. Entonces piden libros de Banana Yoshimoto, y aclaran que "es una escritora japonesa, vistessss". O tienen intenciones de desasnar a las masas, y con una soberbia inusitada reclaman copias de los manuscritos de Marx, y se pasan 20 minutos cual catedráticos de Harvard, impartieno lecciones de doctrina comunista y divagando sobre boludeces tan obvias que hasta dan verguenza ajena.
O se han tragado entero el personaje del snob, y he aquí a mis infames favoritos. La "Gente Culta" se divide en dos grandes facciones: por un lado están los antes mencionados, con sus delirios intelectuales y sus citas pretenciosas, y por otro, en la otra punta del universo, se ubican los imbéciles absolutos, los patéticos imperdonables, los "Cultos por default".
A ellos no les interesa hablar de lo que leen, aburrir al oyente con horas de chamullo barato ni remitir sus discursos a Kant con cara de superioridad. No señor. Ellos son cultos porque NO leyeron nunca a Bucay. Son intelectuales porque desprecian a Coelho. Son más inteligentes que el resto, porque piensan que el Codigo Da Vinci está a la altura del pasquín del barrio. Se horrorizan ante la mención de un autor popular, y se creen ejemplares superiores por no haber sucumbido jamás ante un best seller. Ríen socarronamente si oyen hablar de algún libro "de verano". Son los dueños de la cultura y la verdad, aunque para ellos lo culto venga los sábados con la "Ñ" del Clarín. No se destacan por lo que saben (nunca saben una pepa, encima), sino por lo que ni les interesa conocer, y son tan cerrados, y tan idiotas, y tan ridículos, que nunca lograrán entender que su monopolio cultural no hace más que demostrar su mediocridad absoluta. ESOS son los verdaderos incultos. Habría que prohibirles el acceso a las letras y condenarlos a pasar la eternidad leyendo con lupa el libro de la boluda de Gran Hermano. Mínimo.

miércoles, 2 de mayo de 2007

Fobia social

A veces pienso que el problema es mío. Que soy yo que soy demasiado intolerante. A veces hasta me sorprendo a mi misma y trato de retrotaerme al momento exacto en el que me empezó a molestar casi todo el mundo. Pero después viene C., mi nueva mejor amiga de la feria, a la que le toca encargarse de la "recepción de colegios", y me dice "Estos pendejos de mierda, ya van a ver el día que les toque traerme el pedido del Coto". O me voy a fumar con mis amigos de mi stand favorito, y confiesan con odio en la mirada que los "Sho soy docente" les generan impulsos asesinos. O pasa mi jefa, y muy por lo bajo y casi como justificandose suelta un "dios mio, esta es la feria de las fealdades", mientras estoy atendiendo a una pareja de seres indescriptibles.
Entonces sonrío, y me siento comprendida, y vuelvo a mis hábitos de snob insufrible. POBRES todos lo que me vinieron a preguntar ayer por el libro de la imbecil de GH. En su vida les deben haber puesto tanta cara de orto. Encima, y en una nota más estadística, estamos en condiciones de decir que el público que consume GH está compuesto casi exclusivamente por gente de lo más iriitante: mujeres gordas, que se maquillan con tonos pastel, se visten espantosamente mal y usan palabras como "ssssscuchame", "mami" y "asssssunto". Me sublevan.
Hablando de vestirse mal, hay una cosa que me enloquece. Cada año, con la llegada del frío, encomiendo mi alma a todos los santos y pido que no, que por favor este invierno no me toque verlas, que una plaga de polillas sudasiaticas las haga desaparecer, que mueran de fiebre tifoidea todos los que las usen, que pase ALGO que libere al mundo del flagelo...pero no, no hay caso. Parece que este año tampoco van a ser ilegales las camperas de jean con corderito.